Home / The Edit Insights Arquitectura y cine La arquitectura y el diseño juegan un papel fundamental en el cine, no sólo a través de cuidadas escenografías, realistas o de ficción; sino también como elementos metafóricos que ayudan al espectador a adentrarse en la psique de los protagonistas. Películas donde el espacio, la iluminación y la fotografía funcionan como herramientas generadoras de atmósferas, sensaciones y experiencias, de las que os mostramos nuestra pequeña selección.Dirigida en 1927 por Fritz Lang, Metrópolis es sin duda una de las pioneras de esta íntima relación entre la arquitectura y el séptimo arte, con una cuidada iluminación que juega con el espacio, los volúmenes y los claroscuros. Una utopía sobre la realidad urbana de un futuro que ya es presente y retrata la ciudad de 2026: una urbe estratificada, en la que cada tipología arquitectónica se corresponde con un nivel social diferente, donde los intelectuales habitan una ciudad de rascacielos y grandes estructuras elevadas, y los obreros trabajan bajo ellos en otra completamente antagónica, industrial y subterránea. Alfred Hitchock es sin duda uno de los grandes maestros de esta relación entre arquitectura, iluminación y cine, con películas como La ventana indiscreta (1954), que centra toda su acción en torno a un elemento arquitectónico cargado de simbolismo como la ventana. En Psicosis (1960), el director materializa los niveles del psicoanálisis de Freud a través de las tres plantas de la Casa Bates, con una iluminación muy contrastada como la de la icónica escena de la ducha, donde la silueta del asesino a contraluz ayuda a establecer una relación menos directa y, en cierta forma, más ‘empática’, con el espectador. 1971 trae uno de los grandes hitos cinematográficos de Stanley Kubrick: La Naranja Mecánica. Una película que parte de la novela de Anthony Burgess, A Clockwork Orange, y a través de edificios brutalistas, como la Casa Skybreak, de Sir Norman Foster, Wendy Cheesman y Sir Richard Rogers, el Thamesmead Housing Estate o el Brunel University London, retrata una sociedad violenta y deshumanizada. Años más tarde, Kubrick dirige el El Resplandor (1980), inspirado en la obra homónima de Stephen King y que juega con el simbolismo del laberinto para reflejar la psicopatía de su protagonista. El director opta en este caso por una iluminación totalmente realista y narrativa, que a medida que avanza el invierno pasa de la luz cálida a otra cada vez más azulada, reflejo del frío exterior y el aislamiento de sus personajes. Dirigida en 1982 por Ridley Scott, Blade Runner es otro imprescindible. Una visión distópica, caótica y decadente de la ciudad de Los Angeles en el año 2019, basada en parte en la novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas? (1968), donde los rascacielos y las luces de neón conviven con suburbios superpoblados y chimeneas industriales. Tomando el expresionismo alemán como referencia, Scott opta por una iluminación dura, con fuertes sombras y contrastes que generan un oscuro ambiente urbano y establecen una íntima relación con el estado anímico de sus habitantes. No podemos despedirnos del siglo XX sin nombrar Gattaca, escrita y dirigida por Andrew Niccol en 1997 y que presenta una visión biopunk de la sociedad futura, a través de una arquitectura minimalista, geométrica y sin ningún tipo de ornamento, que refleja a la perfección sus habitantes deshumanizados. La sede de la corporación es El Marin County Civic Center de Frank Lloyd Wright, un proyecto construido tras el fallecimiento de su autor y que materializa la imagen de ciudad futurista que en sus dibujos había imaginado el arquitecto. La temperatura de la luz juega un papel clave en esta película, donde predominan las tonalidades cálidas y amarillas, en referencia al sol, el universo y el sueño del protagonista de viajar al exterior. Entre ellas se intercalan otras en tonos azules y verdes o efectos claro-oscuros, según la emoción que se quiera despertar. A medio camino entre comedia y drama, la película argentina dirigida y escrita por Mariano Cohn y Gastón Duprat en 2009, El hombre de al lado, narra un conflicto entre dos vecinos y dos maneras muy distintas de vivir. Una interesante trama, donde la casa Curutchet de Le Corbusier en La Plata es la verdadera protagonista, como un fiel reflejo de los sueños y frustraciones de sus habitantes; y donde la luz funciona como una declaración de intenciones, que recrea dos realidades y formas de vida contrapuestas y separadas por una misma pared. Esta relación entre arquitectura, iluminación y cine ha llegado también a las series, con propuestas como Arkitekten (2023). Una miniserie noruega dirigida por Kerren Lumer-Klabbers, que plantea una sátira sobre el mercado inmobiliario a través de la historia de su protagonista: una arquitecta ahogada por el precio de los pisos, que decide transformar un parking en una mega-comunidad de viviendas de cuatro metros cuadrados. En ella, y como no podía ser de otra forma, la iluminación se empapa del aire melancólico y desesperado que tiñe toda la trama. Estas películas son sólo algunos ejemplos de cómo disciplinas como la arquitectura y la fotografía, a través del espacio y la luz, no sólo ayudan a construir escenografías, sino que además forman parte de la narrativa y sumergen al espectador en determinados estados anímicos y emocionales. Compartir Facebook Twitter Linkedin Pinterest Pinterest También te puede interesar... Insights Lecturas de invierno: 7 recomendaciones de reconocidas mentes creativas Insights La exploración digital de la nueva era de la iluminación, en colaboración con Six N. Five Insights Conversations: Elizabeth von Lehe. HDR, New York City